domingo, 6 de septiembre de 2009

Elección 2009


El 6 de julio de 2009 cuando se dieron a conocer los resultados de las elecciones de “medio término”, llamadas así porque se efectúan justamente en medio del sexenio presidencial, en las que se eligieron a 6 gobernadores (Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Nuevo León, Colima y Campeche) jefes delegacionales del Distrito Federal, presidentes municipales, diputados federales y locales, hubo una “supuesta” sorpresa generalizada por parte de la población y los medios de comunicación ante el avasallador triunfo priísta. Desde mi perspectiva personal considero que hubo dos resultados en la elección mucho más sorpresivos: la derrota del PAN en las gubernaturas de San Luis Potosí y Querétaro y el “triunfo” de un candidato desconocido del PT, el ahora tan célebre Juanito, como jefe delegacional de Iztapalapa. A pesar de la “supuesta” sorpresa que les mencioné anteriormente, el triunfo del PRI no fue algo ni sorprendente, ni inesperado, para las personas que -de alguna manera u otra manera- nos gusta mantenernos al tanto de la dinámica política del país. Para poder sustentar este argumento, a continuación voy a mencionar tres aspectos que, desde mi perspectiva, indudablemente coadyuvaron y afectaron los resultados finales de la elección.


En primer lugar, el hecho de que esta fuese una elección de medio término indudablemente determinó los resultados. El motivo por el que hago esta aseveración es porque, en este tipo de elecciones, la mayor parte de los votantes son aquellos a los que se califica como el “voto duro” –integrado por sindicatos, miembros del partido, personas con una afinidad partidaria definida, etc.-, los cuales, en elecciones no tan populares ni publicitadas como las sexenales (no está en juego la Presidencia de la República), se vuelven fundamentales para determinar los resultados finales de la contienda. Evidentemente por cuestiones histórico-políticas este voto duro generalmente favorece al PRI (cabe destacar que, sin embargo, fue precisamente en una elección de medio término –en 1997 para ser exactos- cuando el PRI perdió la mayoría absoluta en el Congreso), por lo tanto, he aquí un primer elemento que nos permitía visulmbrar el rumbo que iba a tomar la elección.


La segunda razón que, desde mi perspectiva, coadyuvó en los resultados del 5 de julio, fue el descrédito con el que llegaron a la elección las otras dos fuerzas políticas del país: el PAN y el PRD. Este descrédito -consecuencia directa de la incapacidad que han demostrado para enfrentar de manera adecuada las problemáticas del país y la agresividad de sus pugnas internas- generó como consecuencia no sólo la pérdida de nuevos posibles votantes (los llamados indecisos y que no forman parte del “voto duro”), sino que muchos de los votos priístas -que durante la campaña del 2006 fueron ya sea hacia López Obrador o hacia Calderón- regresaran al seno del partido tricolor.


Finalmente la tercera razón que considero determinante para el triunfo del PRI, fue la llamada campaña del voto nulo. Evidentemente no estoy diciendo que la campaña fuera una macabra coalición entre las élites priístas y los intelectuales mexicanos, sino que, afortunada o desafortunadamente según sea la posición de cada uno, este movimiento –de manera indirecta, claro está- influyó en el resultado de las elecciones al atraer a un buen porcentaje de los votantes indecisos. Los votantes indecisos en nuestro país han adquirido un papel considerable en los resultados electorales a partir de mediados de los años noventa, no sólo porque son los que han definido los resultados de las votaciones importantes (la elección de Fox y Calderón serían los ejemplos más claros de este fenómeno), sino porque son los grupos que generalmente votan por los partidos de oposición (entendiéndose como opuestos al partido que en ese momento se encuentra en la presidencia) y de este modifican el equilibrio de la balanza política.


Por lo tanto semanas antes de la elección (conociendo que era una elección de medio término, el descrédito del PAN y el PRD y el auge que estaba tomando la campaña del voto nulo), era un tanto fácil prever que el PRI iba a barrer en las urnas. Sin embargo, como mencioné anteriormente, para mí sí hubo sorpresas en esta elección. Que el PAN perdiera dos de sus estados bastiones (Querétaro y San Luis Potosí) fue algo sorprendente creo que incluso hasta para el partido blanquiazul. Esto demuestra que, a pesar de los diagnósticos, siempre hay elementos sorpresivos en los procesos electorales que son muy difíciles de pronosticar si no se tiene un conocimiento amplio de la política interna de cada uno de los estados partes de la pugna (y como saber política interna de todas los estados es algo bastante complicado para un ciudadano común, pues nos seguiremos sorprendiendo). Y, desde mi perspectiva, la mayor sorpresa (y no sé qué tan grata) fue que un candidato desconocido del PT, ganara la disputa por una de las delegaciones más grandes del Distrito Federal (e incluso con más población que vario estados de la República), sin embargo, este asunto lo pienso retomar a detalle hasta la próxima entrada. Buenas noches y buena suerte.

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