jueves, 18 de febrero de 2010

Avatar


Reconozco que llegué a la sala con algo de escepticismo. Aún no podía (y una parte de mí sigue sin poderlo hacer) concebir que una película cualquiera hubiera recaudado más dinero que mi adorada y venerada Titanic (jajaja ya sé que he sido criticado en infinidad de ocasiones por mi amor irracional hacia esta cursisisima cinta, pero francamente me vale un reverendo cacahuate) y no sólo eso, sino que además estuviera recibiendo mejores críticas que ella y lo peor de todo que tuviera protagonistas ¡¡¡ feos y azules!!! Ashhh en verdad esto no podía estar pasando. ¡Y que la dirigiera el mismo director! Eso sí era el colmo… ahora gracias a estos monigotes azules, James Cameron ya no sería recordado en la posteridad por Titanic, ni Titanic podría ser la película más cara, ni la más taquillera…


Debido a esta justa y digna rabia que sentía –y también porque la neta me dolía un buen el codo pagar 85 pesos- me negaba rotundamente a ver la cinta, sin embargo, los múltiples comentarios encontrados que escuchaba acerca de ella (ya que al igual que las otras películas de Cameron o las amas o las odias) me hicieron reflexionar que tal vez, sólo tal vez, sería una buena idea el –por primera vez en mi vida- dejar mis prejuicios detrás y formarme un criterio propio sobre una temática tan controvertida y trascendental como esta. La llegada de las temporadas de premiaciones (mi placer culposo favorito debo reconocerlo… aunque a últimas fechas ya ni los he visto… bueno únicamente los Globos de Oro… bueno la neta es que sólo me gustaba ver a la arpía de Joan Rivers comerse a todo el mundo…y, sí, ya ni siquiera los Globos de Oro veo) se convirtió en otro elemento de presión interna ya que, -como bien saben los que me conocen- por alguna extraña razón llevo un registro mental de las películas, actores y actrices que han ganado el Oscar, por lo que el hecho de no ver la película que se perfilaba como la gran favorita en la noche de premiaciones era a todas luces una actitud vergonzosa, reprobable y profundamente irresponsable de mi parte.


Pero debo reconocer que “EL” elemento que me hizo decidirme ir a la sala del cine (bueno además de Abi que ejerció una fuerte presión) fue el enterarme que la contendiente más cercana de Cameron en la lucha por la obtención de su segunda estatuilla era, nada más y nada menos, su ex esposa Kathryn Bigelow (quien ahora es la gran favorita para llevarse el Oscar tras ganarse el Directors Guild of America, la primera mujer en hacerlo vale la pena destacar). El hecho de que la competencia oscaril –tras años de ceremonias sosas, aburridas y larguísimas- tuviera AL FIN detalles sucios e interesantes (y la esperanza de que por fin veremos una buena jetota cuando anuncien al ganador del Oscar por Mejor Dirección y no sólo esas hipócritas sonrisas cuando gana el contrincante) sirvió para reavivar mi cuasi muerto interés en ella y representó el empujón final que necesitaba para pagar mis ochenta y cinco pesos y sentarme tres horas a ver la nueva ocurrencia del pseudo-dios mediático James Cameron.


La trama de la cinta no es nada del otro mundo (bueno es de otro mundo literalmente… pero a eso no me refiero): existe un proyecto de explotación de recursos naturales en un planeta desconocido habitado por unos seres azules y grandes que se asemejan al humano pero que, a diferencia de nosotros, tienen conciencia ambiental y protegen el equilibrio natural y a la vida misma (bueno en realidad no se asemejan en nada al humano). Este “proyecto” tiene un área científica que busca aprender y relacionarse con los humanoides azules dirigida nada más y nada menos que por el único ser que ha sobrevivido a múltiples extraterrestres, a Jeunet y a nuestra cleptómana favorita “actuando” de androide: la señora Sigourney Weaver. Y como no vivimos en un mundo perfecto, antes de su viaje a este planeta uno de los científicos-astronautas entrenados para ir a este extraño planeta decide tomarse unas vacaciones en México, por lo que –evidentemente- muere asaltado. Como el gobierno estadounidense nunca pierde lana, decide continuar el proyecto pero esta vez con el lisiado, torpe, ignorante y republicano hermano gemelo (algo así como lo que pasó con los hermanos Bush). Para no hacerles el cuento largo se le da al pequeño hermano Tim –alias Jake Sully- una especie de androide para que ingrese a este extraño y ecológico mundo, en donde conoce a Pocahontas, perdón Neytiri, la hija de “La Paca” región Avatar. Después de un inicio desafortunado Tim dentro de su androide y Pocahontas se enamoran, sin embargo, como a James Cameron le gusta ver mucho, pero mucho sufrimiento, desarrolla una historia terriblemente trágica cuando los militares gringos deciden echarse la casita de los iraquíes –perdón pandorenses- con tal de extraer su petróleo –perdón minerales-. La historia finalmente acaba cuando los buenos ganan y, afortunadamente, para las nuevas generaciones que para tragedias sólo tienen que asomarse a la ventana, esta vez no se muere Jack. Tan tan… Aaaa y Sigourney al fin se muere… bueno ya se ha muerto como mil veces en cada película de Alien así que no le creemos nada… creo que ha desarrollado algún tipo de inmunidad a los aliens… y a Winona…


Al terminar la cinta estaba algo triste y decepcionado porque, a pesar de mi amor irracional hacia Titanic, tuve que reconocer la calidad y magnificencia de la cinta. La tecnología, las secuencias de acción y las recreaciones son simple y sencillamente fabulosas. Avatar en ese momento se ganó el honroso lugar de ser mi película favorita número 76. Ahora a esperar las caritas en el Oscar jiji… buenas noches y buena suerte….


PD: La imagen es de uno de estos androides azules y gigantescos… perdón!!! Es de Sigourney Weaver!!!

2 comentarios:

  1. ¡Ay que codo Jaaaaaaimeeee!

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  2. Si que codo! jaja pero porque 85 pesotes? Sin embargo me encanta tu redacción y espero poder aprender un poco de ti jiji

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