viernes, 26 de febrero de 2010

Cambio climático...



Este diciembre, en las paradisíacas playas del sur de nuestro país, se llevará a cabo una nueva reunión intergubernamental para tratar de alcanzar nuevos compromisos que lleven a acciones concretas que permitan, de una vez por todas, detener el proceso de calentamiento global. El reto es enorme: el fracaso de Copenhague es más que tangible, las posturas de Estados Unidos y China siguen enfrentadas y la degradación del ambiente cada día tiene repercusiones más violentas. Las recurrentes inundaciones, los intensos fríos, los devastadores huracanes y los agresivos cambios de temperatura son constantes recordatorios de que algo no se encuentra bien en nuestro planeta. Sin embargo, la creciente magnitud de estos fenómenos sigue sin ser suficiente para que algunos países se comprometan en la resolución de esta problemática. Sólo por mencionar un ejemplo en el caso de Estados Unidos (el mayor emisor de dióxido de carbono per cápita y también el más reticente en comprometerse a disminuirlos) en 2005 murieron casi 2,000 personas y hubo más de 100 billones de dólares en pérdidas a consecuencia de los huracanes Katrina y Vilma… casi la misma cantidad de fallecidos y prácticamente los mismos costos que representó el ataque del 11 de septiembre de 2001 el cual, como bien los sabemos, modificó toda la agenda de seguridad estadounidense y ha llevado a una impresionante movilización de recursos diplomáticos, humanos y monetarios… ¿contradictorio no?

La Unión Europea ya ha reaccionado (es lo mínimo que podrían hacer, ya que si a alguien se puede señalar como responsable de esta problemática es precisamente a Europa y a su “gloriosa” revolución industrial) y parece estar dispuesta a asumir mayores responsabilidades. De igual manera muchos países en desarrollo –dígase por ejemplo Brasil- están listos para comprometerse más profundamente en la lucha. Sin embargo, esto no es suficiente. Un acuerdo vinculante verdaderamente eficaz necesita que los dos mayores contribuidores de dióxido de carbono a nuestra atmósfera, China y Estados Unidos, se comprometan a reducir sus emisiones. Honestamente, no es por aguadarte la fiesta Felipín (quien se encuentra muy orgulloso de que se hubiera aprobado su Fondo Verde en Copenhague), pero dudo mucho que esto se pueda lograr en México.

Sin embargo, el tiempo sigue corriendo y la problemática se sigue complejizando. Cuando en 1985 se descubrió un inmenso agujero en la capa de ozono, la comunidad internacional reaccionó de manera prácticamente inmediata. El Protocolo de Montreal prohibió la emisión de clorofluorocarburos (CFC) mediante un acuerdo vinculante, con fuertes incentivos para aquellos países que cumplieran sus compromisos y con penalizaciones para los que no lo hicieran. Para 1999 se había detenido la emisión de CFC y se pudo contener el problema. En comparación Kioto (firmado en 1997), el tratado destinado a reducir las emisiones de los gases que ocasionan el calentamiento global (en particular el dióxido de carbono), prácticamente nació sin dientes. No sólo no tiene incentivos ni penalizaciones, sino que cuenta con mecanismos “flexibles” que permiten –de algún modo- a los estados buscar alternativas para cumplir sus compromisos sin reducir sus emisiones en forma real. De igual manera este tratado –a diferencia del de Montreal- no propone una disminución sustantiva de las emisiones (tan sólo disminuirlas en un 5.2% en un periodo de compromisos que va desde 2008 a 2012… siendo que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático ha repetido en reiteradas ocasiones que se necesita mínimo una disminución del 40% para que se pueda mínimo desacelerar el proceso de calentamiento global), ni cuenta con compromisos para los dos mayores emisores de dióxido de carbono a nivel mundial: Estados Unidos y China (el primero porque no ratificó el tratado y el segundo porque pertenece a un anexo de países en desarrollo que no tienen compromisos de mitigación).

Por lo tanto, como podemos ver, el consenso que se alcanzó en 1997 fue a todas luces insuficiente para enfrentar la magnitud del problema (y aún así tuvo muchos problemas para que entrara en vigor… si no es porque Rusia lo ratificó en 2004 el tratado se hubiera ido, literalmente, a la basura). En 2012 acabará el periodo de compromisos estipulado en el tratado y, si queremos que el planeta Tierra siga siendo un lugar relativamente habitable, se tendrá nuevamente que entablar negociaciones con respecto a esta problemática. Se espera que en estas nuevas negociaciones prevalezca la voluntad y el sentido común, sin embargo, cuando se encuentran en juego tal cantidad de intereses económicos (en particular de la producción de petróleo y sus derivados ya que es donde provienen las mayores cantidades de dióxido de carbono) y políticos (China versus Estados Unidos), esto parece ser algo verdaderamente imposible… Ahora sólo nos queda esperar y darle gracias a Dios de que no hayamos nacido en Tuvalu, Nauru, Países Bajos, cerca de los polos, o de costas, o en región de huracanes, o de intensas lluvias, o donde haya inundaciones… demonios… creo que sólo nos queda esperar… Buenas noches y buena suerte…

PD: Una foto mostrando la intensidad del huracán Katrina...

3 comentarios:

  1. HOLA, FELICITACIONES POR SU BLOG, SOLO ME TOMO ELATRVIMIENTO DE COMUNICALE LA NUEVA DIRECCION DE MI BLOG,YA QUE COMPRE UN DOMINIO.GRACIAS, ESPERO NO LE MOLESTE.
    http://www.prestamosdedineroya.com/

    SI QUIERES SER SEGUIDOR DE MI BLOG TE LO AGRADECERIA , YO LO SEREDEL TUYO IGUALMENTE , GRACIAS

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  2. Ya te lo había dicho Jaimito, me encanta tu blog! eres totalmente internacionalista :D!!!

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