jueves, 1 de octubre de 2009

Bien y mal...




La cuestión acerca de la maldad humana siempre ha fascinado al hombre. La pregunta acerca de si somos buenos o malos por naturaleza ha sido constantemente planteada no sólo por grandes filósofos, sino por personas comunes y corrientes a lo largo de la historia de la humanidad. Las conclusiones son diferentes. Tras plantearse esta pregunta el señor Hobbes concluyó que porque somos naturalmente unos seres malignos, somos el lobo de nuestra misma raza y, por lo tanto, necesitamos una entidad –en este caso el Estado- a la cual transferir nuestro derecho a gobernarnos a nosotros mismos (obviamente con la condición de que los demás hagan lo mismo) para evitar asesinarnos colectivamente; por su parte, el señor Rousseau, concluyó que el hombre no nace malo, sino que son sus circunstancias personales las que determinan si hará el bien o el mal en un futuro. Desde mi perspectiva personal, coincido más con el compañero Rousseau, ya que mi idealista personita no puede vivir con la idea de que, por naturaleza, tendemos a hacer el mal. Sin embargo, mi postura rousseauniana con respecto a este tema es enfrentada prácticamente todos los días con las acciones de personajes como Romero Deschamps o Paty Chapoy, los cuales hacen un gran trabajo en reforzar las teorías hobbesianas y cuestionarme mis endebles teorías acerca de la bondad natural del hombre.



Este mismo cuestionamiento acerca del carácter del ser humano también se lo han hecho dos de los directores de cine más reconocidos a nivel internacional: Luis Buñuel y Lars Von Trier. Como algunos de nosotros sabemos, el primero ya está en donde tiene que estar (no me atrevería a decir que en el cielo porque el señor Buñuel era profundamente ateo) y el segundo sigue dirigiendo películas y escandalizando a las masas (próximamente se estrenará en México su cinta “Anticristo”, protagonizada por William Dafoe y Charlotte Gainsburg, la que al parecer viene bastante fuertesita) hasta el día de hoy. Ambos directores comparten algunas similitudes: son de mis directores favoritos, son europeos, sumamente talentosos y su obra es vista y aclamada a nivel mundial. Además de esto, tanto Buñuel como Von Trier, tienen una mentalidad mmm… digamos más hobbesiana que rousseaniana.



Para comprobar esta hipótesis veamos la manera en la cual representan al género humano en algunas de sus cintas. Nazarín y Viridiana del cineasta español (para quienes viven debajo de una piedra Buñuel es originario de la Madre Patria) y Rompiendo las olas, Bailando en la oscuridad y Dogville de Von Trier tienen el común denominador de contar historias de personas buenas que, por azares del destino, caen en este planeta y sufren las brutales consecuencias de haberse atrevido a hacerlo. Además de la clara alusión de que este tipo de bondad viene de la mano con un cierto nivel de locura (porque quien me diga que Bess o Selma estaban cuerdas, está más loco que una cabra), los directores realizan una profunda crítica a la sociedad y concluyen compartiéndonos su visión negativa acerca del género humano.



A pesar de que los finales de las cintas mencionadas anteriormente son sumamente distintos -desde el sugerido menage a trois de Viridiana hasta las trágicas muertes de Selma y Bess (gran, gran final de Rompiendo las olas, cuando un extraño juego de la vida lleva a que Bess muera tras la violación masiva en el barco y su querido esposo, por quien hizo todo a lo largo de la película, recupere la capacidad de caminar) pasando por la magistral venganza de Grace- todo nos lleva a concluir que nuestro mundo no está hecho para gente buena y este tipo de gente, tal y como lo decía Charles Darwin, o se aclimata o desaparece. A pesar de que no comparto esta visión no puedo evitar cuestionarme, desafortunadamente casi diariamente, su veracidad. Buenas noches y buena suerte.

1 comentario:

  1. Muy bien Jaime, grandes directores esos dos, yo tengo en mi casa desde hace tiempo "rompiendo las olas" Vontrier pero aun no la veo. Solo una cosa, no cuentes los finales jajaja.

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