domingo, 25 de octubre de 2009

El cine y yo...







Mis gustos cinematográficos son muchos y muy variados. Desde que era muy pequeño me ha fascinado la industria del cine. Evidentemente, como la mayor parte de los mexicanos por múltiples motivos empezando por los geográficos, mis primeros acercamientos que tuve fueron con cine hollywoodense. Crecí con Disney, Indiana Jones y los Power Rangers así que, a diferencia de muchos de mis compañeros que niegan completamente la influencia estadounidense en su educación y formación, yo tengo plena conciencia de ello y no me avergüenzo de decirlo. Evidentemente me hubiera gustado tener más conocimiento de historietas, cuentos o películas latinoamericanas, europeas o africanas durante mi infancia, pero desafortunadamente no fue así. Después de todo, el negar este bagaje sería una ingratitud completa de mi parte, ya que fue gracias a Hollywood que comencé a admirar y disfrutar verdaderamente la experiencia de ver una película de calidad.

Después de pasar mi etapa infantil y pre-adolescente ver todos los llamados “blockbusters” hollywoodenses (me refiero desde The braekfast club y Titanic, hasta Mujer Bonita y Máxima Velocidad), comencé a acercarme a filmes más clásicos de la cinematografía estadounidense. Casablanca, Intolerancia, Sunset Boulevard, Lo que el viento se llevó, Sucedió una noche, Sin novedad en el frente, Breakfast at Tiffany’s, Ben Hur, All about Eve (las que no traduzco porque los títulos que les pusieron en español fueron francamente patéticos), Un tranvía llamado deseo, Mi bella dama, La naranja mecánica, fueron algunas de estas cintas, las cuales por su calidad, belleza y originalidad me llevaron buscar en mi país algo similar. De esta manera llegó mi etapa de descubrimiento del cine mexicano.

En mi adolescencia comencé a ver múltiples filmes de la época dorada del cine nacional. Era bastante extraño que un púber de 13 años supiera quienes eran Dolores del Río, María Félix, Pedro Armendáriz, Gloria Marín, Joaquín Pardavé, Sara García, Marga López, Andrea Palma, Ninón Sevilla y los hermanos Soler (cabe mencionar que no menciono ni a Pedro Infante ni a Cantinflas quienes no son precisamente mis actores favoritos de este periodo, pero cabe destacar que “Ahí está el detalle” y “Escuela de Vagabundos” son dos absolutas joyas, entre muchas otras de estos ídolos populares) y que conociera su obra. Efectivamente como todos los que en alg{un momentos de sus vidas se han dado un chapuzón en nuestro cine, me enamoré por completo de la sensibilidad, sencillez y belleza con que eran hechas estas cintas. Indudablemente Emilio Fernández fue, y sigue siendo, mi director mexicano favorito. Río Escondido, María Candelaria, La Perla, Enamorada… son sólo algunos de los títulos que nos legó el llamado “Indio” a las generaciones posteriores, mostrándonos la calidad que pueden alcanzar los productos hechos en México. En este periodo también hice una rápida incursión al cine mexicano más actual. Cintas como Rojo Amanecer, El lugar sin límites, Los motivos de Luz y Amores Perros igualmente se convirtieron en parte del bagaje que continué formando a lo largo de los años. Fue precisamente durante este recorrido que conocí a otro de mis directores favoritos: Luis Buñuel. La primera cinta que vi de Luis Buñuel fue “Los Olvidados”. (aquí se cambia de párrafo pero esta porquería no me deja hacerlo)
Gracias a mi acercamiento a la obra del cineasta español comenzó otro periodo de descubrimiento cinematográfico en mi vida: el cine europeo. El cine europeo tiene tantas variables y matices que es imposible clasificarlo en una sola categoría. Si hablásemos de cine europeo en sí, tendríamos que meter en el mismo paquete a “Roma ciudad abierta”, “El perro andaluz”, “Las alas del deseo” y “Amelie” algo no sólo irrisorio, sino francamente imposible. Ante la multiplicidad de estilos, géneros y épocas al que me enfrenté al comenzar a conocer el cine europeo, decidí centrarme en la obra de unos cuantos, pero muy reconocidos, directores. Comencé a ver cintas de Godard, de Bergman, de Visconti, de Rosselinni, de Almodovar, de Bigas Luna, de Fernando Trueba, de Fellini, de Wim Wenders, de Kieslowsky, de Jeunet, etc., y nuevamente quedé embelesado ante el ritmo, las tonalidades, la música y el talento de estos directores. Evidentemente esta etapa, al igual que las otras no se ha terminado, y sigo buscando y disfrutando la obra de cineastas del mal llamado “viejo continente” en busca de la originalidad y la precisión que caracterizan a sus cintas.

Posteriormente he estado tratando de incursionar en nuevos horizontes. Películas como Estación Central de Brasil, Ciudad de Dios, Los siete samuráis, Adiós a mi concubina, Water, Tsotsi y West Beirut me recuerdan que hay un enorme mundo cinematográfico al cual explorar y del cual nunca, nunca, me voy a saciar. Un día que estaba reflexionando decidí hacer la lista de las diez películas que, por alguna razón, me han marcado por diferentes motivos y a diversos niveles y únicamente para concluir esta entrada se las comparto:

1. 8 ½
2. Al este del Edén
3. De aquí a la eternidad
4. Heathers
5. Nazarín
6. Río escondido
7. Rocco y sus hermanos
8. Sin novedad en el frente
9. Titanic
10. Un tranvía llamado deseo

Buenas noches y buena suerte…

1 comentario:

  1. ¿y tin tán?, ¿el santo, el cavernario, blue demon y ....aaaahh no eso es otra cosa.

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