jueves, 15 de octubre de 2009

Polarización....


Hoy la ciudad de México va a ser un completo caos. La razón: el paro de numerosos grupos sindicales y sociales apoyando al Sindicato Mexicano de Electricistas. Desde mi particular punto de vista, comprendo la molestia que genera el horrible tráfico que se va armar (que incluso le va a tocar a su servidor) y los potenciales daños materiales que traen consigo este tipo de movilizaciones, sin embargo, también es necesario enfatizar, que en un país como el nuestro y en una coyuntura como la actual, prácticamente es la única manera que tienen estos grupos disidentes de hacerse escuchar. La reflexión del día de hoy no es acerca de lo positivo o lo negativo de la desaparición de Luz y Fuerza, ni de los beneficios o perjuicios de las manifestaciones en nuestro país, sino acerca de la gravísima polarización que está viviendo la población mexicana. Hoy en día los mexicanos definimos todas nuestras posturas de manera absoluta: u odias o amas a Calderón o al Peje, o estas a favor o en contra de la eliminación del SME, de las privatizaciones o del aborto, eres de la derecha o de la izquierda, en fin, una serie de antagonismos que lo único que logran es incrementar nuestra intolerancia y nuestra incapacidad para escuchar lo que tiene que decir el otro. En el México actual prácticamente no existen los matices y, de esto, tiene un importante (no toda, por supuesto, porque sería caer en lo mismo) grado de culpa las políticas que ha estado llevando a cabo la administración de Felipe Calderón.


Debemos recordar que Calderón llegó a la presidencia en un momento en que la polarización de la población era más que evidente, por lo que de antemano, sabía que lo que necesitaba en ese momento México era un presidente conciliador. Cuando llegó Manuel Ávila Camacho al poder en 1940, al igual que nuestro Felipín, tenía una grave crisis de legitimidad (debido a otro supuesto fraude electoral. Curiosamente hoy Sergio Aguayo en una conferencia que dio Cuauhtémoc Cárdenas en el Colegio de México, recordó al perdedor de esta elección, Juan Andrew Almazán, y a otros candidatos víctimas de supuestos fraudes como Vasconcelos y Henriquez) y a un pueblo mexicano peligrosamente dividido. Para tratar de subsanar ambas cuestiones, todo su periodo presidencial se dedicó a conciliar y negociar con las pujantes facciones políticas del país y a crear instituciones de participación civil ciudadana. Evidentemente al mencionar este ejemplo no estoy diciendo que Calderón debe seguir exactamente los pasos de Ávila Camacho, ya que las circunstancias internas y externas eran muy diferentes a las actuales, y sólo quiero destacar el hecho de que, en circunstancias similares a la actual, se llevaron a la práctica otro tipo de estrategias.


Calderón y su gabinete no han estado abiertos al diàlogo y a la negociación, esto es un hecho, sin embargo, desde mi humilde perspectiva,su estrategia no ha salido tan bien como lo planearon, ya queMéxico se encuentre más polarizado que nunca. Hoy día las clases medias y media alta urbanas mexicanas no se sientan en lo absoluto identificadas con las luchas campesinas ni obreras y apoyan ciegamente al Presidente (incluso el apoyo o no apoyo a las decisiones gubernamentales se ha convertido en un símbolo de “status”), mientras que la clase baja -profundamente resentida ante las enormes desigualdades y las penurias con las que tiene que luchar día con día- se encuentran tan desesperada por encontrar que meterse a la boca, que a pesar de que esté en contra de las decisiones gubernamentales, no tiene ni la fuerza ni los canales para oponérseles. El antagonismo social crece al mismo tiempo que la clase alta no tiene el menor interés en detener el enfrentamiento social que se está gestando. Simultáneamente a esta alienación de clases, la derecha está radicalizando sus posiciones y la izquierda se está resquebrajando. El gobierno, el encargado de promover y fomentar el diálogo entre clases y facciones para garantizar la unidad nacional, hoy en día, no tiene el menor interés de hacerlo. Esto, indudablemente, traerá consecuencias. Buenas noches y buena suerte.

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