domingo, 18 de octubre de 2009

Viaje

Cada vez que regreso de Aguascalientes soy un cúmulo de sentimientos encontrados…. Paz de saber que estoy en el lugar en el que debo de estar… Tristeza de no poder pasar más tiempo con mi familia y amigos y de que la falta de tiempo sea lo que impida que compartamos nuestros sueños, ilusiones, ambiciones y frustraciones de manera más concurrente… Felicidad de saber que yo, al igual que algunos de ellos, tuve la posibilidad de elegir mi camino y de saber que todos, de diferentes maneras, estamos luchando por salir adelante… Angustia de saber todo lo que tengo que llegar a hacer en la semana… Cansancio de viajar 14 horas en menos de dos días… Nostalgia de no saber específicamente cuando los volveré a ver… En fin, para mí el regresar es todo un proceso psicológico que no concluye hasta que nuevamente estoy en el Distrito Federal.

Esta vez, para variar, me fui el sábado en la madrugada y regresé el sábado en la tarde. Fui a la boda de Celina, la hermana de mi amiga de toda la vida Rocío (Moshi para los amigos). La boda fue algo espectacular en todos los sentidos, sin embargo, lo que más disfruté de todo fue estar con Moshi. Moshi es una persona muy particular. Es completamente incapaz de estar puntual (aunque ayer lo logró) y es uno de los seres más despistados que desconozco, pero también es una de las mejores amigas que tengo y una de las personas más sensibles y leales que me ha dado oportunidad de conocer la vida. Disfruto cada momento que he pasado con la señora Moshimoro (y Dios sabe que han sido muchos) y espero con ansia la oportunidad de estar junto a ella nuevamente. Desafortunadamente hoy por el tiempo y la batería de mi computadora me impiden hablarles más de una de las relaciones más cercanas e importantes de mi vida, sin embargo, prometo hacerlo pronto. Te quiero amiga. Buenas noches y buena suerte.

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