domingo, 15 de noviembre de 2009

Impresionismo....


El día de hoy tenía planeado de hablarles acerca de los motivos personales por las que me convertí en ferviente seguidor del movimiento impresionista prácticamente desde mi adolescencia, sin embargo, por cuestiones tecnológicas que se escapan de mí –concretamente mi computadora se quedó sin batería, no tengo el cable conmigo y, por lo tanto, mi anterior escrito quedó atrapado y sin posibilidad de escapatoria hasta el día de mañana y hoy debo meter una entrada a mi blog-, he tenido que mover los tiempos de mis entradas para compartirles mis opiniones personales acerca de una de las características más destacadas y sonadas del movimiento: su esencia revolucionaria.


No es mi intención hacer una especie de recuento cronológico del surgimiento del movimiento, ni hacer análisis ni críticas elaboradas acerca de la esencia y la conformación de sus cuadros (para eso están Wikipedia y los críticos de arte lo que, evidentemente, no soy yo), sino simplemente describir brevemente el carácter revolucionario del movimiento. Muchos se pueden preguntar ¿cómo puedo darle el título de “revolucionario” a una simple pintura o a un estilo para plasmar imágenes en un lienzo? ¿cómo me atrevo a comparar movimientos populares como el cubano o el iraní con ocho exhibiciones de arte que se llevaron a cabo durante unos cuantos años en París? ¿cómo puedo poner en el mismo nivel de Ghandi, Lumumba, Allende, Ernesto Guevara y a Pisarro, Monet, Sisley y Seurat?.


Obviamente esta no es mi intención cuando atribuyo esta cualidad a esta serie de pintores franceses y, sin embargo, no encuentro otro término para referirme a ellos, ya que, como muchos otros conceptos, algunas veces su significado es mucho más amplio del que comúnmente le damos, ya que, ¿de qué otra forma podemos denominar al trabajo que realiza una mujer mexicana que se sienta diariamente con sus hijos y los motiva no sólo a cumplir con sus tareas escolares, sino a pensar, a cuestionar y a analizar el porqué de lo que está realizando? ¿cómo podemos llamar a un hombre que, a los 75 años de edad, sigue generando y compartiendo conocimiento a las generaciones que le tocaron vivir detrás de él? ¿no es un revolucionario un maestro de historia que se esfuerza diariamente por inculcar en sus alumnos un conocimiento certero de la evolución económica, política y social de su país? ¿o una pareja que se casa voluntariamente a los 20 años? ¿o una madre que acepta y respeta la orientación sexual de su hijo? ¿o un doctor con ética para no excederse en los precios de sus honorarios o de los medicamentos que prescribe? Por esta razón a mí francamente el único término que se me viene a la cabeza cuando hablamos de este tipo de personas, es el de revolucionarios.


Al igual que en la vida cotidiana, el arte está lleno de revolucionarios. Las obras de El Greco, de Van Gogh, de Picasso, de Dalí y de Warhol… ¿no fueron acaso profundamente transformadores? ¿no fueron en contra de lo que en ese momento se consideraban “estándares” estéticos? ¿no generaron ataques y burlas por su carácter renovador? ¿no son esenciales para entender la evolución del arte moderno y contemporáneo?... Al igual que todo movimiento artístico relevante en la historia del arte, el impresionismo fue revolucionario. Nacido en la segunda mitad del siglo XIX en París, esta corriente representó una violenta reacción frente al elitismo y a las “reglas estéticas” que, en ese tiempo, caracterizaban a la academia francesa. El grupo conocido como los impresionistas (término despectivo acuñado por un crítico de la época, refiriéndose al cuadro de Monet “Impresión: sol naciente”), conscientes de la calidad de sus trabajos, realizaron una serie de exposiciones alternas –las cuales recibieron muy mala acogida por parte del público y la crítica- y durante años lucharon por darle su lugar a su obra. En vida nunca vieron resultados. Muchos murieron en la miseria y sin la menor idea del alcance que tendría su trabajo. Pero, finalmente, los revolucionarios tuvieron el lugar en la historia que merecían… Buenas noches y buena suerte.

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