domingo, 11 de abril de 2010

Kaczynski


Debe ser muy extraño despertar un día sin Presidente. No es que el chaparrito Calderón sea mi persona favorita en el mundo, pero creo que no me gustaría nada verlo muerto. No sólo por lo triste que sería ver a sus hijitos en el funeral (que de seguro nuestros morbosos medios se encargarían de pasarlo día y noche… como lo hicieron en Estados Unidos con el famoso John John cuando asesinaron a su padre John F. Kennedy), sino por la inevitable desestabilización que su deceso traería para el país. Sólo imagínense que por alguna razón Calderón muriese –ya sea en un accidente, asesinado o porque su corazoncito ya no aguantó tantas presiones- durante su periodo. En el dado caso de que fuese por un accidente o por muerte súbita, francamente, nadie lo creeríamos (además estamos tan acostumbrados a que nos mientan que ya dudamos absolutamente de todo) y nos la pasaríamos elucubrando esas teorías de la conspiración que tanto nos gustan a los mexicanos. Comenzaría una agresiva pugna política y las ya caóticas instituciones mexicanas tendrían que dar muestra de una capacidad y eficiencia que, hasta el día de hoy, no han demostrado. Si fuese asesinado la cosa sería aún peor. Demostraría el enorme poder del narco o de quien se adjudicase el atentado. Las consecuencias, creo, serían catastróficas. Estados Unidos pondría el grito en el cielo, la gente enloquecería y las inversiones extranjeras saldrían corriendo del país. Los medios se aprovecharían de la tragedia y los políticos se agarrarían del chongo decidir quién sucede al chaparrito. Adicionalmente, Calderón acabaría siendo un mártir de la democracia… changos que negro panorama… mejor ni pensar en ello…

Los que sí tienen que pensar en ello son los polacos. El día de ayer su Presidente Leon Kaczynski murió en un accidente de avión afuera del aeropuerto ruso de Smolensk. Junto con él fallecieron 96 personas más, incluidas su esposa María, un ex presidente, representantes del Parlamento, el jefe de las fuerzas armadas y el gobernador del Banco Central. Todos acudían a la ceremonia conmemorativa por los asesinatos de entre 15 000 y 20 000 soldados polacos en Katyn en 1940 (ordenados por Stalin, a esta ceremonia incluso iba a asistir el Primer Ministro ruso Vladimir Putin). La tragedia ha dejado anonadados a los polacos y, debido al accidente, las elecciones presidenciales previstas para finales de este año tendrán que adelantarse.

Hasta antes del accidente yo tenía muy poco conocimiento acerca de la figura del señor Kaczynski. Únicamente sabía que ha sido una gran pieza en el zapato para la profundización de la integración europea y que esta postura había sido muy útil para los intereses de Estados Unidos (el gobierno polaco apoyó con tropas para las invasiones de Iraq y Afganistán y había aceptado la instalación de un escudo antimisiles en su territorio). Ahora me he enterado de otras cosas que me han dejado francamente anonadado. Que tenía un hermano que fue Primer Ministro mientras él era Presidente, que provenía de un partido (que él mismo fundó con su hermano) creado para “enarbolar” los valores tradicionales de la Iglesia Católica, que apelaba constantemente a sentimientos populistas, que cuando fue alcalde de Varsovia prohibió dos años las marchas gay y se manifestó a favor de implantar la pena de muerte… guau… en verdad no tenía idea de que la ultraderecha fuese tan fuerte y radical en Polonia. También me enteré que en 2007 el hermano del ahora difunto presidente perdió las elecciones frente a Donald Tusk, un liberal moderado, y que, a partir de este momento, disminuyó el tono conservador del discurso presidencial. Voto de castigo al excesivo conservadurismo. Bien por los polacos. Ahora habrá que ver los resultados de las elecciones.

Tristemente la tendencia de disminuir el tono conservador no prevalece en el resto de Europa del Este. El día de hoy habrá elecciones parlamentarias en Hungría y al parecer el partido Jobbik (que significa “los mejores”) se convertirá en la segunda fuerza política del país. El partido Jobbik es ultranacionalista, xenófobo, antisemita, homofóbico y anti gitano. El partido socialista, en este momento primera mayoría, muy probablemente caiga hasta el tercer puesto. El caso de Bulgaria es similar. Preocupante, muy preocupante. Ahora a esperar a ver que pasa en Hungría y en Polonia. Buenas noches y buena suerte…

PD: Imagen oublicado por El País de un cartel del partido Jobbik “graffiteado” que lo compara con el nazismo.

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