sábado, 3 de abril de 2010

Paulette


El día de ayer tres de las 13 noticias que publicó El País en su sección internacional se relacionaban de alguna manera con México. La primera era acerca del anuncio de Calderón de que comenzaría a retirar al ejército de Juárez, la segunda acerca de la movilización de la Guardia Nacional a la frontera entre México y Nuevo México tras el asesinato de un granjero en Arizona y la tercera acerca de una pequeña niña que apareció muerta en su departamento poco tiempo después de ser reportada como desaparecida por sus padres. La publicación de las dos primeras es un hecho sumamente comprensible debido a la coyuntura y la notoriedad que el tema tiene a nivel internacional, sin embargo, ¿cómo se puede explicar que la historia de la pequeña Paulette haya llegado hasta los encabezados de uno de los diarios a nivel internacional? La respuesta es muy simple. La historia de Paulette está llena de morbo y los medios masivos de comunicación durante años se han dedicado a lucrar y fomentar por todos los rincones del universo el morbo. España, como sabemos, no es la excepción. Pero si algún lugar se pudiese llevar el premio de atención mediática hacia este tipo de eventos, éste reconocimiento indudablemente sería para México. Para regocijo de Calderón, durante días la atención de la opinión pública se centró en el destino de la pequeña niña, dejando de lado otros (véase el nuevo gasolinazo) temas de la agenda que requerían un escrutinio constante de la opinión pública. Nuevamente, los medios jugaron con nosotros. Sin embargo, hasta lo más bajo y ruin se pueden sacar algunas reflexiones. Hasta de esta horrible historia se pueden sacar varias conclusiones.

La primera es que en este mundo, tristemente, únicamente tienen voz los que tienen recursos. Diariamente observamos en las estaciones de metro, en las terminales de autobuses y en otros lugares estratégicos fotos de decenas de niños que permanecen desaparecidos en nuestro país. Muchos seguramente tienen historias igual, o aún más trágicas, que la de Paulette. Ellos, evidentemente, no obtienen un encabezado en El Universal, ni una nota en El País. Asignatura pendiente para todos los mexicanos.

La segunda es que somos una sociedad obsesionada con la imagen y los medios de difusión. Antes de salir a su entrevista en Milenio el padre de Paulette le recriminó a la madre que fuera a aparecer con esas “fachas” en televisión. Desde mi perspectiva personal, una estupidez mayúscula, nadie se fijaría en lo que trae puesto una mujer que va a solicitar ayuda para localizar a su hija. La realidad: hay gente que se fija en eso. La realidad: a él le importa lo suficiente la opinión de las personas que se fijan en ello. La realidad: a él le importa más que su esposa aparezca medio “fodonga” en televisión que el mensaje que está dando. La realidad: en esta sociedad actual la forma siempre supera al fondo.

La tercera es que cuando los vemos en televisión todos nos compadecemos de la discapacidad de Paulette, no obstante, ¿Qué tan seguido exigimos que se abran espacios adecuados para personas con discapacidad? ¿Qué tan dispuestos estamos sociedad a integrarlos? ¿Qué tan seguido nos quejamos de que no existan las instalaciones adecuadas para que subsistan de manera digna en un mundo agresivo y brutal hasta para quienes tienen todas sus “supuestas” facultades físicas y mentales? Tristemente en México nos acordamos de este segmento de la población únicamente con el Teletón, las olimpiadas (de las que hacemos breves y patéticas comparaciones el ya clásico “mira ellos sí traen medallas”, sin que a nadie le importe verdaderamente) y en casos como el de Paulette. Fuera de esto no existen. No están en los planes de desarrollo, ni en los proyectos estatales… sus alusiones (al igual que las que se hacen a casi el 95% de la población) son meramente discursivas mientras que, en el mundo real, son seres simple y sencillamente invisibles.

La historia de Paulette es el ejemplo de una familia enferma. Una familia en la cual se cometió un asesinato; una familia en la que por horrible que parezca decirlo, a simple vista, no se ve dolor; una familia en la que parece que se utilizó una tragedia para obtener quince minutos de fama; una familia en la que, a todas luces, no se encontraban del todo bien las cosas. Pero también es el ejemplo de una sociedad que está enferma. Una sociedad que vive obsesionada con el morbo; una sociedad a la que se le ha acostumbrado a disfrutar de historias macabras y repugnantes; una sociedad en la cual sus mayores ídolos son aquellos que aparecen en televisión; una sociedad acostumbrada a medios que lucran con tragedias personales; una sociedad que, en 15 días, habrá olvidado la trágica historia de la niña discapacitada probablemente asesinada por sus padre, por una nueva historia de “moda”… Y, esto sí, al igual que la historia de Paulette, es verdaderamente espeluznante. Buenas noches y buena suerte.

4 comentarios:

  1. Jaimito... me gustó mucho y tienes toda la razón... como dijoJulio López es un cason de descomposición social en su fase elitista.
    Saludos mi estimado

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  2. Concuerdo contigo, solo fomentan el morbo y lo que los gobernantes quieren que se sepa y prefieren que se hable mal de una familia que de su gobierno, por ejemplo en el norte del pais se esta viviendo una situacion muy fuerte, todos los dias en las carretera se dan de balaceras los carteles y mucha gente inocente esta muriendo, porque no siguio el tema del muchacho que mato el ejercito porque lo confundio con un sicario? y cabe aclarar que lo mato en la escuela, creo que aqui tambien hay mucha investigación y morbo pero porque no lo hacen publico? porque no le conviene al gobierno?

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  3. No eres un internacionalista... eres un sensacionalista!! ni el alarma... jajaja

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  4. Ay Jaaaaaaime tus entradas son kilométricas pero esta vez la leí completita y me gustó mucho.
    Haces un buen análisis y crítica de todas las situaciones que se aprecian em la noticia de la niña.
    Saludos!

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